viernes, 7 de octubre de 2011

40 anyos.

Queridos padres,




Lo primero que se me ocurre en un dia como hoy es pensar que estariais haciendo hace 40 años a la hora en la que esteis leyendo esta carta. Estariais dandoos el “si quiero” delante de la Inmaculada de Murillo de la calle Santa Ines, sitio de muy poco transito? Visitando a las monjas del Colegio de la Palma? De camino a la Estacion Maritima para el desayuno tipico de aquellos tiempos (antes de que una boda se convirtiera en el despilfarro y la ostentación que es hoy en dia)? Hincandole el cuchillo a la tarta nupcial? Corriendo hacia el Talgo “correjuyequetealcanza” por no perder la oportunidad de escapar unos dias y empezar a hacer planes para la vida?

Quien sabe, verdad? Cualquiera se acuerda, después de 40 años! Confieso que me da repeluco recordar la efemérides, porque 40 añitos de casados vuestros son casi 40 tacos de vida mia, y por mi “mare” (y mi “pare” tambien) que tengo muy poquitas ganas de que el 4 y el 0 suban a mi marcardor!

40 años, madre mia, casi nada.

Pensar en vuestro aniversario es pensar en un album de fotos de pastas blancas y fotos en esplendoroso blanco y negro. Fotos llenas de juventud, sonrisas, sueños y promesas. Fotos de dos jóvenes guapos y elegantes queriendose mucho bajo el techo ovalado de 200 años de historia de España. Fotos en blanco y negro llenas de rostros queridos que ya no estan, demasiados. El abuelo “Pupa” elegante de traje y baston. La abuela Bernarda, a la que maldita la gracia que le haria que se le llevaran a su hija para siempre. La abuela Maria, ay la abuela Maria, con su cara de paciencia trinitaria de siempre. Y el otro abuelo Felix, al que apenas tuve tiempo de conocer, con su bonachona sonrisa llena de orgullo. Fotos en blanco y negro, casi sepia ya, del Seat 1500 de Vicente Castillo, de la Maribel y la Yeyo Yeyo hechas dos niñas, de la “tata” aquella que vivia en Arboli en la planta de arriba del todo, de un tio Felix irreconocible, del abuelo Juan, del tio Jose y tita Pepa….en fin, 40 años, que se dice pronto.


Me imagino, queridos padres, que hoy tendreis multitud de ocasiones de recordar todo lo vivido, lo pasado, lo disfrutado y lo sufrido en estos 40 años y como gracias a Dios estais muy bien de salud y sobre todo de cabeza no voy a venir yo aquí hoy en plan “Esta es su Vida” y haceros un homenaje con placa incluida.

Yo lo que quiero decir hoy, aprovechando la efemérides, son dos cosas que desgraciadamente no os he dicho todo lo que debiera en los casi 40 años que me habeis sufrido: Perdon y Gracias. Gracias por los sacrificios, por las noches sin dormir, por las horas robadas a la familia y tiradas en una oficina para que nunca faltara ni un plato de comida ni unos pantalones nuevos. Gracias por ponerme siempre un plato de comida caliente y deliciosa por delante. Gracias padre por las noches en las que, seguramente loco por tirarte en la cama a dormir, aun tenias 5 minutos para leernos a mi y a mis hermanos un parrafo del Nuevo Testamento. Gracias madre por llevarme al colegio de la mano, por tantas ropas planchadas y cosidas, por enseñarme a montar en bicicleta, por llevarme a la piscina municipal a aprender a nadar. Gracias por ponerme un traje de monaguillo, gracias por llevarme a misa los sabados por la tarde, gracias por los domingos en el campo, por las tardes de diciembre viendo belenes. Gracias padre por aquellos Lunes Santos en los que te recogiamos de la oficina y de tu mano descubria el olor a incienso y el color incomparable de nuestra Semana Santa. Gracias por aquel payaso de primer premio del 81. Gracias a los dos por los Reyes Magos, por los almuerzos en la Fuente del Gallo, por los veranos largos y eternos. Gracias por enseñarme a andar, a crecer y a creer (incluso en aquello en lo que ahora ya creo menos pero que sin duda es parte irrenunciable de lo que soy). Y gracias, mil gracias por el amor y por la vida.




Pero sobre todo, perdon. Perdon por los sinsabores. Perdon por aquellos disgustos que dan hasta vergüenza nombrar aquí y que aun me sonrojan cuando los recuerdo. Perdon por aquel 1 de BUP repetido, por las paredes llenas de posters de Elvis, por las pintas raras y los silencios. Perdon por haber dejado de ir a Misa y perdon si alguna vez no respondi a las expectativas. Perdon por todas las veces que no dije gracias ante un plato de comida caliente, una camisa planchada o una cama recien hecha. Perdon por todas las veces que hice lo que me salio de los cojones sin pensar en vuestros sentimientos, perdon por las veces que os di la espalda y perdon por todas las veces que no pedi perdon. Y perdon, sobre todo perdon, por haberos robado la felicidad de ver a vuestros nietos crecer a vuestro lado.



Dentro de unos dias volveremos a vernos y aunque se la mucha ilusion que os haria que en vez de yo solo apareciera por alli con mis 3 hijos, os quiero pedir que me dejeis disfrutar del privilegio egoista de volver a vuestro regazo, no como el padre de nadie, ni como el marido de nadie, sino como vuestro hijo, el primogenito, y sentir, como cuando era uno pequeño, vuestro calor, vuestra compañía, vuestra voz y vuestra sonrisa y sentir que estoy con mi papi y con mi mami sin tener que compartirlos con nadie.

Os quiero mucho.

Felix